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MARIA, OTRA HIJA APARTADA DE SU MADRE

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Mensaje  luna Lun 22 Jun 2009 - 19:57

LOS DERECHOS DE UNA NIÑA
LA PARTICIÓN DE MARÍA

María es hija de la letrada Martín Pozo, en la cárcel por contratar presuntamente a un matón que asesinó a su esposo y padre de la niña. El Caso se hizo famoso al interceptarse una llamada en la que la inductora pedía asesoramiento directo a la presidenta del Tribunal Constitucional. Mientras se celebra el juicio, María también está «presa» en un hogar de acogida aunque podría vivir con su hermano y su padrastro o con sus abuelos

Un violín espera a María en su casa. Un violín, un hermano que va a cumplir tres años y una familia desesperada, seca ya de tanto llorarla. María vive recluida desde hace 11 meses en un hogar de acogida de menores porque a su madre se le acusa de haber encargado el asesinato de su ex marido, padre biológico de la niña, ocho años tiernos y la inocencia truncada. Su familia aúlla ya en silencio el dolor de la impotencia, María no quiere hablar de esto.

María es hija de la letrada María Dolores Martín Pozo, que cumple prisión preventiva desde marzo de 2008, después de que Eloy Sánchez Barba, guardaespaldas de Ana Obregón, confesara haber organizado el asesinato del ex marido de la abogada y la señalara a ella como inductora del homicidio. A raíz de esto, la niña vive en un hogar de acogida bajo tutela judicial, a la espera de que los tribunales decidan a quién corresponde su guarda y custodia: familia materna o paterna. El caso había saltado anteriormente a la luz pública cuando se interceptó una conversación donde la letrada Martín Pozo pedía consejo a la presidenta del Tribunal Constitucional, María Emilia Casas, sobre cómo recuperar la custodia de su hija, que el juzgado le había retirado el mismo día en que su ex marido falleció, tiroteado en el garaje de su casa.

24 de julio de 2008. Son las cuatro de la tarde, María juega en su cuarto y unos señores llaman a la puerta. «Se lo tuve que decir: sabes que el juez manda, y te tienes que ir con ellos», rememora Carlos San Juan, novio de la madre y padre de su hermanito, papá Carlos, como ella dice. Sobran los detalles de cómo fue la separación. Permaneció cuatro semanas seguidas recluida sin el más mínimo contacto con su mundo, un mundo que a la psicóloga encargada de fundamentar la decisión judicial se le había antojado cerrado. .

UN VACÍO INEXPLICABLE

María era, y es, una niña muy querida por sus compañeros en el colegio Gredos San Diego, donde destacaba por sus excelentes notas y su afinidad a la música y el baile. Ella y sus amiguitas habían formado «un grupo entrañable al que las profesoras se referían como Las Marujas, que amenizaba las fiestas con las canciones y bailes de moda», cuentan las mamás del cole.

Ese mismo año habían disfrutado de un campamento colegial en la sierra de Gredos, y su madre ya buscaba para ella un programa de verano de esos que prometen una inmersión en la lengua inglesa y que sobre todo divierten a los niños en el campo mientras la canícula arrasa la ciudad.

Los compañeros de María no entienden por qué ya no está, sus mamás no saben qué decirles. María no habla, no cuenta de su vida en el hogar de acogida a donde fue trasladada después de dos meses en el centro de tutela; los fines de semana que le dejan ver a su hermanito, a sus abuelos, tíos, papá Carlos, demás familia, no quiere que nadie le recuerde la pesadilla. El hogar ocupa un bajo con rejas en Valdebernardo, periferia de Madrid, y en él conviven varios menores y algún adolescente, vigilados de cerca por un equipo de educadores.

Tampoco hace preguntas, María. «Cuando la ves jugando con los vecinos o sus amigos del colegio (fin de semana de permiso) parece que está normal, pero al llegar la noche, se derrumba: "Papá (a Carlos), cuando estoy en clase muchas veces tengo ganas de llorar"».

María parece haber olvidado su afición a la música, y sus notas fueron por primera vez malas en los dos trimestres pasados, aunque ahora ha vuelto a aprobar, lo que para los psicólogos significa adaptación; sí, pero también mucha tristeza, trastornos del sueño, vómitos y ansiedad. Los estudios realizados a la pequeña por sus actuales educadores informan de que «el brusco cambio la desestabiliza y desorienta».

Los trabajadores sociales que se encargan de la niña incluso han llegado a comentar que no entienden por qué la retienen, y se atreven a hablar de una anormalidad, dando a entender que si su situación no estuviera intoxicada por el proceso penal que atañe a la madre, la niña estaría fuera. «Pero ellos mismos me han advertido de que la cosa puede ir para largo, que todo esto es muy lento, y que la niña va a estar uno o dos años más dentro», cuenta Carlos San Juan. La pequeña María continúa condenada en virtud de un mandamiento que parece decir: no amarás a tu madre.
sigue....


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¿HASTA CUANDO EL DOLOR GRATUITO DE LOS NIÑOS?
¿HASTA CUANDO ALEJADAS DE LOS ABRAZOS DE SUS MADRES?
¿HASTA CUANDO ESTA MAQUIAVELICA SIN RAZON ORQUESTADA POR UN GRUPO DE AMARGADAS?
¡¡¡¡¡BASTA DE DOLOR!!!!!
DEJEN A LOS NIÑOS CON SUS MADRES Y GUARDENSE SUS SAPOS DONDE NADIE PUEDA VERLOS
luna
luna

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