Campaña contra las nuevas caras del machismo La violencia del supuesto síndrome de alienación parental

El supuesto síndrome de alineación paternal (sap), utilizado para justificar la violencia hacia niños, niñas y mujeres, podría ser incluido como una alteración real en un Manual sobre psicopatologías. Profesionales iniciaron una campaña para evitarlo, mientras el sap sigue esgrimiéndose en Argentina, España y otros países de América Latina. ¿Por qué ocurre? Para la especialista Sonia Vaccaro, “es un grave error pensar que si no hablamos del ‘sap’ no va a existir; es desconocer que a medida que se avance en los derechos de las mujeres y de la infancia, el ‘sap’ irá proporcionalmente en aumento”. (Por Silvina Molina)


El Manual de Trastornos Psicopatológicos (DSM-5) de la American Psychiatric Association, pretende incluir en su nueva edición, el cuestionado síndrome de alienación parental (sap) “utilizado como instrumento para desacreditar la palabra de madres, niños, niñas y adolescentes, y en especial las denuncias sobre abuso sexual ante la justicia”, según advierten desde el Grupo de Profesionales especializado/as en Salud Mental, organización que ha lanzado una campaña para impedir semejante inclusión.

Pilar Vendrell, psicóloga argentina, Santiago Tricánico, periodista uruguayo, y Brenda Blake, Major in Psychology de Estados Unidos firman la convocatoria que insta a participar a la sociedad en contra del sap “ya que está comprobado que no tiene sustento científico que lo avale, y ya ha sido rechazado por la mayoría de Asociaciones Profesionales en todo el mundo, Tribunales Superiores de Justicia y también por varias organizaciones de lucha por los DDHH, como Amnesty International”.

Carlos Rosanski, juez del Tribunal Oral Federal 1, uno de los mayores especialistas en el país en el tema de abuso sexual, y autor del proyecto que impuso el uso de la Cámara Gesell, lo llama públicamente un engendro. Tal como lo indica la periodista Liliana Hendel en su columna "El monstruo que crecía comiendo silencio", el síndrome de alienación parental, fue inventado y motorizado con éxito por un pedófilo: Richard Gardner, en 1985 en EEUU.

En el libro El ‘pretendido síndrome de alienación parental’, de Consuelo Barea Payueta y Sonia Vaccaro, se explica que el sap y la ideología que lo sustenta “son un constructo pseudo-científico que ha sido utilizado, desde su creación en Estados Unidos en 1985, en el ámbito de la justicia y en las causas de divorcio en las que se disputa la custodia de los hijos, generando situaciones de alto riesgo para las criaturas y provocando una involución en los derechos humanos de niñas y niños y de las madres que pretenden protegerles”.

Y lo grave es que “invisibiliza el incesto y la violencia de género preexistentes. La aparición del “sap” en cualquier litigio judicial lo reduce todo a la alienación paterna y convierte automáticamente a las víctimas en victimarios”.

Esta situación puede verse claramente en la nota publicada en este portal en agosto de 2009 “María y Clara, los seres humanos detrás de las estadísticas”. Con el aliciente, en este caso, de que los argumentos del perito psiquiatra presentado por la defensa del agresor, un profesional relacionado a organizaciones defensoras del sap, fueron duramente criticados y desestimados por el Tribunal.

Volviendo al libro, las autoras presentan, a través de una exhaustiva investigación, la realidad de este “infundado síndrome, carente de toda base científica, y desechado en la actualidad en Estados Unidos”.

Pero en Argentina y otros países, el supuesto síndrome avanza, sustentando leyes o proyectos de ley que castigan a padres (en su mayoría madres) “obstructores del vínculo”.

¿Por que cree que logró este avance el sap? le preguntamos a una de las autoras de la publicación, la psicóloga clínica argentina Sonia Vaccaro, que trabaja en España para la Comisión de Investigación de Malos Tratos a Mujeres.

“En Argentina, la batalla contra este invento la dimos en el año 2000, y pensamos que ya estaba. Al instalarse en España este tema, en Argentina y en varios países de América Latina toma nuevo impulso. A mi entender, desde la comunidad profesional, el grave error está en pensar que si no hablamos del ‘sap’ no va a existir, o que su lobby va a cansarse, o que es un concepto tan absurdo que se caerá solo. Pensar esto es desconocer todo lo que encarna el ‘sap’, y que es un instrumento al servicio del backlash, además. Es desconocer que a medida que se avance en los derechos de las mujeres y de la infancia, el ‘sap’ irá proporcionalmente en aumento”.

“Entre otras cosas –agrega Vaccaro-, el ‘sap’ es un instrumento ad hoc para quitar custodias a las madres, evitar pagar a los hijos e hijas la cuota de alimentos, y solicitar el usufructo de la vivienda conyugal. Y esto, solo para empezar. También sirve para invisibilizar la violencia previa en un matrimonio y para silenciar el incesto y el maltrato a los hijos y las hijas. Además, perpetúa sobre la mujer la violencia de su agresor. El ‘sap’ sólo se sostiene desde la ideología (no resiste ningún análisis científico), por esto anida en un imaginario colectivo que, desgraciadamente, continua siendo patriarcal y machista”.

- ¿Falta concientización sobre el tema?

- Creo que falta una decisión política en la lucha contra la violencia por causa de género. Argentina hizo mucho en este sentido, los primeros servicios comenzaron en los años 80’ pero luego se pensó –también- “que ya estaba”. Este tema, donde anida el “sap”, es un tema de imaginario social, y no se cambia sólo con leyes, son necesarias campañas constantes, permanentes; sensibilizar y concientizar a la población todo el tiempo.

- ¿Se han hecho alianza con medios y periodistas para generar conciencia?

- No, y creo que urge hacer algo en este sentido. Si el “sap” se diese a conocer con precisión, si se explicitase cuales son los postulados que sostiene, estoy segura que la gente lo rechazaría (y mas de uno, por “pudor” no lo compartiría en voz alta), pero como se habla a medias -o no se habla-, el discurso lo toman los ‘prosap’, entonces el auditorio sólo puede adherir al discurso que existe. A mí me costó éticamente salir a hablar del “sap”, pensaba que era como si un veterinario tuviese que salir a dar razón de “por que una vaca no vuela”, porque el absurdo del “sap” es de este tenor, hasta que comprendí que mi silencio era cómplice, y que había que decirlo, y explicitarlo mucho y tomar posición al respecto, porque si no, se cumplía el postulado de “que cuanto mas grande es una mentira, mas gente la creerá”.

FUENTE: URBANAS EN RED