No dejes que me maten.

No se puede exigir a una mujer maltratada, aterrada y amenazada que, además, tenga el coraje de acudir a una comisaría para denunciar a su posible asesino. Esa mujer somos todos nosotros. Su miedo, su dolor, el riesgo que corre su vida nos concierne. Si permanecemos impasibles sabiendo que alguien de nuestro entorno, un familiar, una amiga, o la desconocida y silenciosa vecina, vive amenazada, seremos cómplices de su infortunio.

Treinta mujeres han sido asesinadas en estos cinco meses de 2010 por hombres con los que compartieron algún momento de su vida. Muy pocas habían denunciado el infierno previo en que se había convertido su existencia hasta el fatídico día en que el maltratador se convirtió en asesino.

Pero, en muchas ocasiones, su familia si lo sabía. O se había desahogado con alguna amiga, o los vecinos habían oído golpes, gritos y amenazas. Pero nadie hizo nada, era como meterse en casa ajena.

Se ha creado un Ministerio de Igualdad, un Observatorio contra la Violencia de Genero, se han hecho múltiples campañas contra la violencia machista, pero el número de mujeres asesinadas no desciende. Hay que cambiar la estrategia. Hay que apelar a la solidaridad de los españoles, a la conciencia ciudadana, para que no consientan este terror.

Igual que, cargados de heroísmo, son capaces de entrar en la vivienda de otro para rescatar al atrapado en un incendio, ha llegado el momento de romper la intimidad ajena cuando está en riesgo la vida de una mujer. Hay que denunciar ante el menor síntoma de maltrato. En esta tarea común tiene que implicarse toda la sociedad. Los profesionales de la medicina que ven llegar a las golpeadas con lesiones imposibles de justificar por una caída, igual que hacen con los menores, deben avisar a la policía y presentar una denuncia porque les ampara la Ley.

Los guardias civiles que ven llegar a una joven asustada pidiendo asesoramiento y que no se atreve a denunciar, que actúen de oficio. Los asistentes sociales, los compañeros de trabajo, los vecinos de escalera, el cura de la parroquia, ya no pueden alegar que no hicieron nada porque era un conflicto privado.

Este es un drama público, social, que tenemos que parar entre todos porque no existe el asesinato privado, igual que no deberían existir la muertas de menor entidad.

El resultado de la demanda mas de una ya lo conocemos de esta plataforma. Es un engaña bobas donde crees que se va a terminar y comienza otro proceso donde se multiplican tus maltratos/adores. Donde al Maltratador se le da todo tipo de licencias y a la maltratada se le tacha de exagerada, mentirosa,loca... durante todo el proceso.Y el final no cambia quedaras sometida el resto de tu vida, sin vida, sin salud.... pero...a nadie le importa... tu habras denunciado aunque no te diferenciara de la que no lo hace. Perdon ustedes tal vez si: La que no denuncia verá a sus hijos crecer si consigue sobrevivir y la que denuncia NO ( El Sap, el ka..no importa algo se sacaran de la manga por haber sido desobediente).
Mientras se publique o se admita decir que la diferencia entre una caricia y una Bofetada es la velocidad....Mientras la justicia entregue a los maltratadores a sus hijos y someta a la madre a esos sub-castigo que no vienen en sentencia... Mientras.....
¡SEÑORAS NO DENUNCIEN ES TODO MENTIRA....! APRENDAN A SOBREVIVIR CON SUS HIJOS Y CON EL MALTRATADOR PORQUE ES MUY TRISTE SOBREVIVIR SEPARADOS DE TUS HIJOS SABIENDO QUE VIVEN CON UN MALTRATADOR