LOS CASOS DE MALOS TRATOS SE DAN EN TODAS LAS CLASES SOCIALES

María Ignacia Arruabarrena es profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad del País Vasco. Entre su bibliografía, destacan los libros Maltrato a los niños en la familia: evaluación y tratamiento (Piramide, 1994) y Manual de Protección Infantil (Masson, 1996) . Asegura que los ciudadanos tienen una obligación legal de notificar a las autoridades competentes (servicios sociales o instancias judiciales) los malos tratos a los menores, pero siempre diferenciando lo que puede ser maltrato y lo que son comportamientos no adecuados hacia los niños que no necesariamente constituyen maltrato. Y es que tal y como afirma la propia Arruabarrena, «los padres ideales no existen y todo el mundo comete errores».
– ¿Qué es ‘buen trato’ y ‘maltrato’?
– Una situación se califica de maltrato cuando ‘la inadecuación del comportamiento de los padres es de tal gravedad que provoca o puede provocar un daño significativo en el menor a nivel de su desarrollo físico, psicológico, social o cognitivo’. En ese sentido, puede establecerse un continuo en el cumplimiento de las funciones parentales que incluiría desde los progenitores perfectos, que no existen, pasando por los padres que atienden adecuadamente a sus hijos, a pesar de que cometen equivocaciones, algo que todos los padres hacemos todos los días, pero eso no quiere decir que provoquen daños significativos a los niños. En el extremo opuesto se encontrarían los padres extremadamente dañinos, es decir, aquellos que causan grandes daños a sus hijos a nivel físico o psicológico, incluso la muerte en el peor de los casos.
– ¿Hay más casos de denuncias últimamente o los ha habido siempre?
– En la medida en que los servicios sociales han incrementado su nivel de desarrollo y la población se ha sensibilizado más, el número de casos detectados aumenta. No es que haya más, sino que llegan más al conocimiento de los servicios sociales.
– Estos casos, ¿dependen de la clase social o procedencia territorial?
– No hay un patrón específico de padre o madre maltratante. Los hay de todas las clases sociales, de todos los grupos étnicos. Sí que es cierto que pasar por situaciones de dificultad social supone un estrés que dificulta la atención adecuada a los niños, pero hay familias de nivel alto en las que los niños sufren malos tratos, por supuesto.
– ¿Cómo puede colaborar la población en un caso de maltrato?
– Cuando una persona, sea ciudadano o profesional, sospecha o conoce que se está produciendo una situación de maltrato, está obligado a ponerlo en conocimiento de los servicios sociales. Los profesionales de este ámbito serán los encargados de determinar si efectivamente se necesita intervención o no. Estos servicios necesitan de la ayuda ciudadana para poder detectar esas situaciones.
– ¿Qué síntomas pueden transmitir una situación de maltrato?
– A veces los síntomas son muy claros, pero en la mayoría de las ocasiones, no. Convendría que los servicios sociales informaran a la población de cuáles son los indicadores a través de los cuales se puede sospechar que un niño sufre maltrato. Hay dos tipos de indicadores. Por una parte, el comportamiento de los padres, que puede tomar la forma de agresión o desatención hacia el niño. Por otra parte, se encuentran los indicadores de daño en el propio niño. Normalmente, este segundo tipo de indicadores son inespecíficos. Por eso, lo que nos puede guiar es la intuición o la sospecha de que algo no va bien en estos menores.
– ¿Cuándo se puede intuir que algo no va bien?
– Por ejemplo, niños que tienen muchas dificultades en las relaciones con sus iguales, o comportamientos no usuales para su edad o que no tienen un rendimiento escolar adecuado. Eso, junto con información sobre el comportamiento de los padres, tiene que hacer pensar a la persona que está en contacto con ese niño que algo le sucede.
– ¿Qué mensaje trasladaría a la población?
– El de confianza en los servicios sociales. Si uno no confía en la actuación de estos servicios es más fácil que se inhiba de su responsabilidad. Además, no hay que olvidar que la actuación temprana es esencial para que el menor pueda superar ese trauma. Cuanto antes se intervenga hay más posibilidades de ayudarle tanto a él como a su familia. En este sentido, la gente tiene que ser más sensible en casos de adolescentes conflictivos. Ese niño que a los cinco años nos daba pena, como no se ha actuado, a los 16 se puede convertir en un delincuente y entonces no nos da pena. La gente no se preocupa de saber qué es lo que le ha pasado.