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SOBRE LA FAMOSA CUSTODIA COMPARTIDA

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Mensaje  maría-luz Mar 18 Ago 2009 - 22:29

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EL ESPANTO DE LA CUSTODIA COMPARTIDA

Es un disparate. La sociedad española está muy lejos de lograr la igualdad entre mujeres y hombres, de hecho ha sido necesaria una Ley de Igualdad, una Ley Integral contra la violencia de género y una Ley de Dependencia. Las cifras de muertas por violencia machista son solamente la parte más visible de una realidad terrible, sobre la que se deberían abrir reflexiones mucho más serias que las que plantea el sensacionalismo de los defensores de la custodia compartida con su perpetuación del conflicto. Las mujeres sufren violencia por parte de sus parejas, una violencia muchas veces sutil y otras claramente evidente. Los hijos e hijas son un elemento clave para mantener a las mujeres sometidas cuando son ellas quienes deciden poner fin a la relación, por eso la custodia compartida es solicitada por un elevado número de violentos que quieren perpetuar la relación y seguir destruyendo a la mujer al mismo tiempo que a los menores.

Es hipócrita hablar de los derechos de los padres cuando por todas y todos es sabido que los hombres, salvo honrosas excepciones en las que han apostado seriamente por la corresponsabilidad, no se ocupan de sus hijos. Las mujeres son las que renuncian a trabajar fuera del hogar o las que no aceptan ascensos o las que no quieren viajar o las que eligen el tiempo parcial, porque sus hijos las necesitan; son también ellas las que van a las reuniones del colegio, las que hacen deberes, preparan cumpleaños, se ocupan de los baños, de las cenas, de las cremas, de preparar las excursiones, son las que piden permisos para cuidar en la enfermedad, las que no duermen, las que lavan, planchan. Claro que algunos hombres también lo hacen, afortunadamente algunos van tomando conciencia de que la vida cotidiana y la ternura y el amor son de todas y de todos. Ellos no pedirían una custodia compartida, claro que no lo harían, porque saben mucho sobre las necesidades y los sentimientos de sus hijos e hijas, sobre el valor de la estabilidad, pero ellos tampoco la necesitarían porque en relaciones de igualdad no hay relaciones de poder, hay corresponsabilidad, y en ese caso las separaciones se producen con normalidad y los menores pueden mantener relaciones naturales con su padre y con su madre, o con sus madres o con sus padres, porque no olvidemos que las parejas no están sólo formados por padre y madre.
La verdad es que resulta curioso que un hombre que nunca se ocupó de sus hijos o hijas sienta de pronto una llamada casi espiritual por la paternidad. Resulta realmente chocante en el artículo publicado por El País el 27 de mayo de 2008 y firmado por Pere Ríos el párrafo en el que dice que “cada vez surgen más padres que, tras el divorcio, se implican en ello”. ¿Y qué hacían antes?, ¿pasar toda la responsabilidad a la madre?. Un poco más de seriedad señores y señoras defensoras de la custodia compartida, que la igualdad no se logra penalizando y culpando nuevamente a las mujeres, por favor no intenten intoxicar y manipular a la opinión pública porque es un asunto muy grave en una sociedad con tan elevada cifra de mujeres muertas y también de menores en las visitas a sus padres. La igualdad se logra con la corresponsabilidad en la crianza de los hijos e hijas y en las relaciones cotidianas, la igualdad se logra en relaciones de respeto y de libertad. El autor del ya citado artículo se permite nombrar a Julio Bronchal como experto psicólogo en la materia cuando el juzgado de Gandia ha reiterado su condena por maltrato ¿no estaba informado el autor de tal cuestión o no la considero relevante?. Las mujeres llevan una larga historia de humillaciones y desprecios en lo público y en lo privado, las mujeres llevan ya cargando mucha violencia a sus espaldas y un terrible dolor. Nuestro país necesitaba una Ley contra la violencia de género, una Ley de Igualdad y una Ley de Dependencia, para paliar los efectos que sobre las mujeres imponía un modelo social machista. Los medios de comunicación tienen la obligación de respetar las leyes, de defender la igualdad y de luchar contra esa terrible lacra social que es la violencia de género, por tanto deben cuidar la información que publican, contrastar las opiniones y saber qué hay detrás de supuestas reivindicaciones que esconden nuevas formas de control y de sometimiento, nuevas formas de terrorismo doméstico. Seriedad, por favor, es un disparate.

Isabel Tajahuerce
Presidenta de AUVIM

LOS HIJOS COMO PROPIEDAD
(Elpasis.com LUISA CASTRO 11/06/2008)

Obviamente, una separación conlleva un desgarro para uno de los progenitores, el que se queda sin los hijos. El desgarro no es menor para la madre, que debe redoblar su rol materno, educarlos en el amor al padre, y al mismo tiempo trabajar para contribuir a medias económicamente, eso en el mejor de los casos. Es desde luego falso pensar que la madre se lleva un botín, es decir, que la retribución por alimentos del padre cubre todas sus necesidades y las de sus hijos, la típica visión machista que considera a los hijos una propiedad privada y a la madre una rehén de la familia, que vive a expensas de lo que el marido le dicte o le dé. En la sociedad actual, al menos la que yo conozco, no hay pensión de alimentos que cubra ni al 50% las necesidades de los hijos. La madre, además de atenderlos y velar por su alimentación, su salud física y mental, su educación y su ocio, además de la preocupación y la responsabilidad constante que supone la convivencia con ellos, en detrimento del tiempo libre de la mujer y de su sociabilidad, debe también trabajar y ganar dinero para aportar el 50%, el 60% o el 70% de los ingresos necesarios para mantenerlos.

Ésta es la sociedad de padres separados que yo conozco, en la que todo el peso recae sobre la madre y en la que ésta lleva a cabo su labor a veces incluso cuestionada por el resentimiento de un padre cercano, lejano o a media distancia. Hay muchísimas separaciones en las que el padre no paga y la madre renuncia a exigirlo.

Las madres separadas y con hijos somos un mundo aparte. La sociedad no nos conoce, en este sentido actúa sobre nosotras del mismo modo que el hombre que se queda solo: cuestionándonos, cuando no ignorándonos. Nuestros problemas se dirimen en los juzgados, y afortunadamente hay jueces que lo saben ver.

Las demandas de separación en España en un 90% de los casos las inician las mujeres. Ninguna que lo haga es ignorante de lo que le espera después de la separación. Pero las separaciones se producen por algo, y la ley ampara este derecho al divorcio desde 1979. Si la madre, ciudadana libre que decide por sí misma y que piensa en su bien y en el de sus hijos, establece su domicilio en un lugar diferente al del padre, por razones de trabajo, afectivas o simplemente por rehacer su vida lejos de un padre acosador, evidentemente éste se ve menoscabado, pero la distancia no actúa así en los hijos. Lo que éstos agradecen ante todo es la paz, el sosiego de una casa segura y de un ambiente grato, en el que no se vean constantemente utilizados o chantajeados por las disputas de dos padres que si tenían problemas cuando convivían, raras son las situaciones en que no los seguirán teniendo una vez separados. Tomar una decisión de este tipo para una madre nunca es fácil, pero a veces es la única posible para mantener su integridad afectiva y psicológica y así asegurarles a sus hijos la suya.

El derecho del menor hasta hoy aconseja que los niños de corta edad crezcan en contacto con su madre, el primero de los vínculos afectivos que uno establece con el mundo que le rodea. Así lo ha hecho la naturaleza. Pero como tantas cosas que ha hecho la naturaleza también esto se puede deshacer. Cambiar las leyes para compartir la custodia de los hijos pudiera ser la opción hacia la que se encamina una sociedad en que la igualdad entre hombres y mujeres fuera total.

Permítanme, sin embargo, que dude mucho de que esta solución deba imponerla el Estado. Son los padres los que deben consensuarlo. Si no es así, poner a los padres y a las madres en pie de igualdad en el tema de la custodia sólo complica las cosas para los hijos. Directamente se convierten en una mercancía, un bien o una carga según convenga. Si estaban en una guerra cuando convivían los padres, seguirán expuestos a ella cuando éstos vivan en domicilios separados.

¿Desde cuándo los hijos necesitan al padre y a la madre a partes iguales? ¿Están en inferioridad de condiciones cuando no es así? Pudiera parecer que los derechos recientemente adquiridos por la mujer (su derecho al divorcio, al aborto, al trabajo) fuera una conquista excesiva que esta sociedad patriarcal no acaba de digerir. Pudiera parecer que esta sociedad que tiende a la igualdad, deseara corregirla cuando del tema más peliagudo se trata, de la familia, de la sagrada familia. El Pater Familias romano, árabe o protocristiano surge de sus cenizas y exige lo suyo, lo que es de su propiedad.

En un hipotético caso de que se estableciera la custodia compartida me atrevo a pronosticar que serán muchas menos las separaciones pero muchas más las familias infelices, y cada una a su manera, como decía Tolstoi.


Luisa Castro
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